Publicado el 23 de septiembre de 2013en www.2015ymas.org
"Los ODM no son suficientes, porque las desigualdades están aumentando" Alicia Bárcena – Secretaria Ejecutiva de la CEPAL
Ayer, 22 de septiembre, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York se presentó el informe "Avanzando recomendaciones regionales para la Agenda de Desarrollo Post-2015" que puede descargarse al final de esta entrada. El informe fue presentado en una jornada de diálogo realizada en el Trusteeship Council Chamber con la presencia de más de 500 delegados de organizaciones sociales de todos los continentes, miembros de gobiernos y representantes de Naciones Unidas. El texto resume las conclusiones de cuatro meses de trabajo en el que han participado 120 redes regionales de organizaciones sociales. Esta jornada además, cuenta con el compromiso por parte del Secretario General de Naciones Unidas, de que este informe será entregado como in put a todos los países, dentro de la documentación oficial para la próxima sesión de la Asamblea sobre el post2015 que tendrá lugar el 25 septiembre.
Ayer, 22 de septiembre, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York se presentó el informe "Avanzando recomendaciones regionales para la Agenda de Desarrollo Post-2015" que puede descargarse al final de esta entrada. El informe fue presentado en una jornada de diálogo realizada en el Trusteeship Council Chamber con la presencia de más de 500 delegados de organizaciones sociales de todos los continentes, miembros de gobiernos y representantes de Naciones Unidas. El texto resume las conclusiones de cuatro meses de trabajo en el que han participado 120 redes regionales de organizaciones sociales. Esta jornada además, cuenta con el compromiso por parte del Secretario General de Naciones Unidas, de que este informe será entregado como in put a todos los países, dentro de la documentación oficial para la próxima sesión de la Asamblea sobre el post2015 que tendrá lugar el 25 septiembre.
Precisamente el carácter regional tanto
del proceso como del informe explica en gran parte por qué la temática y
el tono de las conclusiones evitan el lenguaje plagado de eufemismos y
ambigüedades, tan habitual en los documentos de conclusiones de procesos
participados por las denominadas redes globales de ONGs. Por el
contrario, le preeminencia de redes regionales formadas mayoritariamente
por organizaciones de base y movimientos sociales, han acordado
fácilmente estructurar el informe mediante cuatro grandes objetivos
generales en los que convergen –y a menudo reiteran y solapan– las
prioridades y demandas expresadas desde la perspectiva regional.
Constituyen en sí mismas toda una declaración de intenciones en el
sentido de que las consultas regionales han coincidido en considerar la
construcción de la nueva agenda de desarrollo Post-2015 como una
oportunidad para movilizar y promover cambios fundamentales. Así las
transformaciones radicales que son precisas para superar las barreras y
obstáculos que impiden el desarrollo sostenible han de orientarse
simultáneamente a los cuatro objetivos en los que convergen las
perspectivas regionales:
a) Reequilibrar las relaciones de poder a favor de la justicia.
b) Cumplir con los Derechos Humanos y superar la exclusión.
c) Garantizar la distribución equitativa y el uso seguro de los recursos naturales.
d) Establecer gobernanza participativa, rendición de cuentas y transparencia.
De esta forma, las más
de tres horas de diálogo entre las organizaciones y movimientos sociales
y los representantes de las Naciones Unidas pusieron sobre el tapete
que la principal preocupación compartida por la sociedad civil es la
lucha contra las desigualdades: la redistribución del ingreso exige
políticas que distribuyan los recursos y las riquezas. Una preocupación
que se agrava al observar cómo aumenta la brecha entre el poder que
tienen las compañías transnacionales y la cada vez más numerosa
ciudadanía que está luchando por defender su derecho a la tierra y a los
recursos naturales. Entre todas las propuestas expresadas como
prioridades, emerge como asunto principal la necesidad de transformar el
modelo económico que profundiza las desigualdades, sobreexplota los
recursos comunes, y persiste en mantener estructuras de privilegio y de
discriminación. “Que nadie piense que podemos luchar contra la pobreza y
contra la exclusión únicamente con políticas sociales”, se afirmó, sino que la agenda debe enfrentar las causas estructurales económicas de las desigualdades.
En este sentido se han
puesto de manifiesto la existencia de numerosas experiencias puestas ya
en marcha por las organizaciones sociales que constituyen alternativas
reales y prácticas al paradigma económico mundial aún predominante.
Existen un conjunto de tópicos generalizados que deben ser criticados y
superados en las discusiones sobre la configuración de la nueva agenda:
i) Promoción indiscriminada de la liberalización comercial y financiera;
ii) crecimiento económico basado en las exportaciones y la inversión
extranjera; iii) desregulación y privatización como principios
directores de políticas; y iv) reducción progresiva del rol del Estado.
Como alternativas a estas imposiciones políticas se
celebran la existencia de innumerables experiencias locales basadas en
trabajo asociado, la generación de emancipación de mujeres, preservando
derechos de poblaciones indígenas…, en América Latina los cambios en las
políticas de promoción de estos esfuerzos económicos han sido debidos
fundamentalmente al empuje y el empeño de los movimientos sociales, de
las organizaciones de trabajadores, de mujeres, etc. Tal vez sea
prudente observar la evolución del continente teniendo en cuenta que en
los próximos días, acudirán a la Asamblea General algunos presidentes
que hace un tiempo cumplieron penas de cárcel por su lucha por la
justicia. En el mismo sentido, en la India por ejemplo, se trata de
aprobar un plan nacional de lucha contra el hambre centrado en el apoyo
de las producciones locales y los circuitos cortos de comercialización,
pero se encuentran con el inconveniente de que en virtud de los acuerdos
internacionales de liberalización este tipo de políticas son
potencialmente ilegales. ¿Cómo van entonces ha promoverse (permitirse)
cambios fundamentales en los patrones de producción, comercialización y
consumo, que según todos los informes y declaraciones son
imprescindibles para reunir desarrollo sostenible y lucha efectiva
contra la pobreza, el hambre y la desigualdad? También desde Europa se
observa con preocupación el incremento de la pobreza relativa y de la
desigualdad, no sólo por causa de la crisis financiera sino también por
las políticas con que se están respondiendo. La austeridad no es la
solución, que más bien debería orientarse a la regulación del sistema
financiero para salvar a la gente.
En definitiva y tal como
también recoge el informe realizado por la Relatora especial para la
pobreza extrema y los derechos humanos, han de poder examinarse los
impactos y efectos en derechos humanos, tanto de las acciones como de
las omisiones, tanto de los gobiernos como de las compañías
transnacionales. Esto es lo que significa que los Derechos Humanos sean
tomados como principios guía de la nueva agenda. Y este acuerdo sobre
tomar los DDHH como principios guía de la nueva agenda de desarrollo es
al que se debe convocar al más amplio espectro de actores que deseen
promover una agenda global de desarrollo. Las constantes apelaciones a
las alianzas público privadas deben ser clarificadas desde el inicio de
su mismo promoción. De no hacerse así, deben tenerse en cuenta los
efectos que la constitución y el llamado a alianzas público privadas sin
más pueden tener sobre la propia agenda en construcción,
particularmente teniendo en cuenta el desequilibrio de poder con que se
relacionan gobiernos y transnacionales y la ambigüedad con que se maneja
el concepto de interés general. Este
tipo de alianzas requieren esfuerzos notables de rendición de cuentas
respecto de sus propósitos, analizando entre otras cuestiones el
debilitamiento que supone en términos democráticos priorizar relaciones
entre actores que no representan intereses generales (ni
rinden cuentas a la ciudadanía). Tanto desde Europa, como desde América
del Norte, como desde las redes de organizaciones árabes y de oriente
próximo y desde África consideran que las alianzas globales para el
desarrollo a las que apelan los diferentes informes emitidos y
publicados a lo largo del proceso, deben definir con claridad las
diferentes responsabilidades de los diversos actores.
Dicho de otra forma, en
el centro de la nueva agenda debe situarse la coherencia de políticas
con el desarrollo, de forma que se acuerden mecanismos para responder al
desequilibrio existente en el sistema comercial y financiero. El
conjunto de políticas para el desarrollo, especialmente las políticas
económicas y macroeconómicas, comerciales, financieras y fiscales pueden
comportarse como promotoras de los objetivos y desafíos comunes de
desarrollo, o todo lo contrario.
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