Pablo Martínez Osés (Plataforma 2015 y más), Nueva York
Publicado el 30 de septiembre de 2013 en eldiario.es
El
presidente del gobierno, Mariano Rajoy, hace gala de su "compromiso"
con el desarrollo humano y sostenible en la ONU: "Porque la AOD no es
caridad sino una inversión solidaria en un futuro común porque lo que
está en juego es el bienestar global. Sólo aseguraremos nuestro futuro
si podemos asegurar también el de todos aquellos que comparten con
nosotros el planeta y sus recursos limitados" (Mariano Rajoy, en la
cámara del ECOSOC de Naciones Unidas).
El
Gobierno de España tiene un claro objetivo para el post-2015: ocupar un
asiento dentro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para el
periodo 2015-2016. Para ello Mariano Rajoy se ha presentado ante la ONU
como un líder cosmopolita, con un firme compromiso con el desarrollo
humano y sostenible. En el acto de presentación de los resultados del
Fondo España-PNUD para el logro de los Objetivos del Milenio (MDG-F),
que el gobierno español ha organizado en Nueva York, Rajoy subrayó la
apuesta de España por la ONU en materia de desarrollo, “porque creemos en el multilateralismo”. Señaló, además, que el Fondo España-PNUD (“al que hemos dotado con casi 1000 millones de USD”) ha impactado en la vida de más de 20 millones de personas.
En Naciones Unidas se conoce qué es lo
que está sucediendo con la política de cooperación española. Es por
todas y todos conocido que las políticas de cooperación al desarrollo
han sido las más afectadas por los recortes y las políticas de
austeridad. Y se conoce también cómo están impactando también los
recortes de las políticas públicas a los índices de desarrollo humano de
la ciudadanía española. Tanto Amina Mohamed, asesora especial del
Secretario General de Naciones Unidas para la agenda post-2015, que
estuvo en Madrid hace unos días, como Helen Clark, administradora del
PNUD, han manifestado sus críticas, entre las siempre correctas y
cuidadas palabras con que se hacen los discursos de la alta diplomacia.
Ambas mujeres manifestaron, ante el gobierno español, el agradecimiento
al pueblo español por su solidaridad y compromiso con el desafío global
del desarrollo. Un compromiso, según Clark y Mohamed, que tuvo su mejor
expresión en forma de políticas públicas en legislaturas anteriores a la
actual.
Clark y Mohamed animan a nuestro
gobierno a recuperar el pulso y el compromiso, y a rectificar la senda
actual, definida por el desmantelamiento político y la debacle
presupuestaria a la que el actual gobierno ha sometido a la política de
cooperación española. Sin decirlo así, por supuesto. Pero sí afirmando
con rotundidad que los logros de los que España presume, como sucede con
el Fondo España-PNUD, se deben a que son propuestas con un enfoque
innovador, que se alejan del utilitarismo comercial y financiero de la
cooperación, del llamado business as usual. Un enfoque que dista mucho de las propuestas reales del gobierno español en materia de cooperación. Proyectos como la Marca España o la misma hoja de ruta de la cooperación española, el Plan Director,
demuestran que se apuesta por un enfoque utilitarista en el que se liga
el incremento de las exportaciones y la internacionalización de la
empresa española a la ayuda al desarrollo.
Más allá del crecimiento económico
En el mismo sentido se han expresado
muchos actores, que ven este momento de transición de agendas como una
gran oportunidad de configurar otras propuestas más transformadoras. Por
ejemplo, Klaus Schilder, de la red internacional de ONG CIDSE, afirma
con claridad que “un cambio de paradigma necesita superar los
tradicionales enfoques políticos. El crecimiento económico –aunque sea
más verde– no es un fin en sí mismo, sino que necesita contribuir a la
realización de los derechos humanos y el bienestar humano. Se trata de
un nuevo paradigma que necesita estar centrado en la justicia, la
equidad, la solidaridad y la distribución justa de los bienes y
servicios para todas las personas. Necesita confrontar las estructuras
de poder injustas y los desequilibrios sistémicos que son los
principales causantes de la pobreza, la desigualdad y la destrucción
irrespetuosa de los derechos de las generaciones futuras”.
En este sentido, Evo Morales, presidente
de Bolivia, en su discurso ante la Asamblea General saca pecho de las
cifras de crecimiento económico en su país. Vincula el ciclo de
crecimiento promedio del 4,8% anual con el avance en la reducción de la
pobreza, el analfabetismo y la reducción de la mortalidad materna
infantil. También, afirma, se ha incrementado la cobertura de personas
que tienen acceso a fuentes de agua potable entre otros evidentes logros
en el conjunto de indicadores comprendidos en los Objetivos de
Desarrollo del Milenio.
Pero también vincula el éxito de esas
políticas a la existencia de soberanía y la dignidad de su gobierno.
Antes Bolivia se gobernaba desde las instituciones financieras
internacionales y la embajada norteamericana, y se imponían los
intereses de los acreedores y los contratos con las transnacionales.
Ahora en cambio, se han liberado política y económicamente y el gobierno
hace las políticas desde la perspectiva de los intereses soberanos. La
nacionalización de los hidrocarburos y la modificación de los contratos
con las transnacionales han sido esenciales para cristalizar esa
liberación. No olvida el presidente boliviano, relacionar estas acciones
de gobierno y las estrategias con las que están proyectando políticas
para el futuro, con el diálogo y el trabajo junto con todos los
movimientos sociales.
Sin embargo, y así lo demandan los
colectivos sociales, parece imprescindible que los países, especialmente
en el área latinoamericana, que están logrando revertir y superar las
dificultades para aumentar los derechos de gran parte de sus
poblaciones, avancen también en la elaboración de una crítica pública al
concepto de crecimiento económico, tal y como está contabilizado y
medido por las instituciones financieras internacionales. La
sostenibilidad ambiental de los modelos de desarrollo alternativos que
tratan realmente de serlo ha de constituir, en un futuro más próximo que
lejano, la piedra de toque que establecerá la diferencia entre periodos
de establecimiento de políticas más distributivas que corren el peligro
de agotarse, y planteamientos políticos alternativos con la capacidad
de configurar de forma irreversible nuevas realidades sociológicas,
políticas y económicas más coherentes con la justicia y la declaración
de los derechos humanos.
Del discurso de la austeridad al del compromiso
No sabemos qué efecto tendrán, en los
funcionarios de Naciones Unidas y otros miembros de la comunidad
internacional y del sistema de cooperación para el desarrollo, las
palabras que Mariano Rajoy, tanto en el mencionado acto como en su
discurso ante la Asamblea General. Tal vez, la comunidad internacional
descubrirá que nuestro presidente tiene un marcado carácter cosmopolita,
yque dicho carácter se trasladará al diseño e implementación de las
políticas que le toca desarrollar. Para los que conocemos el detalle de
sus intervenciones y las decisiones con que su gobierno está afrontando
uno de los periodos más duros para la ciudadanía española en las últimas
décadas, la impresión es que simplemente, lee papeles sin prestar
excesiva atención a las palabras, conceptos y principios que éstos
pretenden transmitir. Ojala estemos profundamente equivocados.
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